A 33 AÑOS DEL GOLPE DE 1976

EDITORIAL


A 33 años del Golpe de 1976

El Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 es el último y más trágico ramalazo del proceso deconstitutivo iniciado con la revolución de 1930. En un escenario entonces dominado por la depresión económica de 1929/30, experiencias hiperinflacionarias en Europa y la progresiva ruptura de los sensibles equilibrios internacionales a través de experiencias guerreras que preparaban la brutal detonación de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina comenzaba a alejarse de su socio estratégico: el Reino Unido de Gran Bretaña, primera potencia mundial, sostenido inversor en nuestro país y clave de su exponencial crecimiento durante varias décadas.

Todo ello ocurrió en una década aciaga, que pasó a la historia con la calificación de “infame”, impregnada de fraudes electorales, de un conservadorismo prepotente y populista, bajo el signo de un quebranto constitucional que costaría muy caro en el tiempo sucesivo.

Fue una década de rupturas múltiples, incorporación de nuevos actores sociales y políticos y cambios culturales en una situación revuelta por el mar de fondo de transformaciones que alcanzaban al país y al mundo. No obstante, las respuestas fueron diversas. La Argentina entró desacomodada a la posguerra, quizá especulando con una tercera conflagración que no se produjo, aunque el mundo se tensó durante largos años de Guerra Fría y conflictos bélicos locales y regionales.

Lo cierto es que mientras otros países sudamericanos que habían tenido una definición más clara durante la Guerra Mundial, como por ejemplo Brasil, la Argentina quedó sumida en un proceso de decadencia por la pérdida definitiva de su socio estratégico en el terreno económico, disputas cada vez más intensas con la potencia surgente -los EE.UU.-, un apartamiento cada vez más corrosivo del derecho positivo y los formatos morales de la buena fe, la creciente crispación social que producen los procesos de empobrecimiento y una exacerbación ideológica que tensó hasta la desgarradura el tejido político.

Fueron años de fuerte mutación social y paradójicos efectos, ya que la innegable realidad expresada por indicadores de creciente inclusión social coincidía con deterioros macroeconómicos, que se explicitarían con los años y una división social embebida en odios potentes. El país quedaría partido en dos grandes aglomerados: peronistas y antiperonistas, y ese estigma nos perseguiría por décadas, sumiéndonos en presiones militares sobre gobiernos constitucionales, golpes de Estado, aparición de ideologías extremas, experiencias foquistas enderezadas a instaurar la guerra revolucionaria y feroces reacciones militares en un clima de integrismos crecientes.

Sobre esa traza, previa aparición de la homicida organización paraestatal de las Tres A y la guerra de las organizaciones terroristas contra el gobierno constitucional de Perón, llegó el 24 de marzo de 1976, con amplio acompañamiento popular que devendría en una terrible frustración y un generalizado repudio hacia las prácticas político-militares más aberrantes de la historia nacional.

Sobre la traza de una historia de fracturas crecientes, subversión guerrillera, terrorismo de Estado e integrismos recalcitrantes llegó la fecha, hoy ominosa, del 24 de marzo.

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LA AMISTAD

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La amistad es una relación profundamente humana que brota de la posibilidad de encontrarse entre seres personales, con inteligencia, con sentimientos, con emociones y con libertad.

En esencia, podemos decir que la amistad no puede ser solamente un afecto, sino una relación social que, sin lugar a dudas, supone un afecto.

Pero, aquí lo más importante es la relación, ya que el amor en muchas ocasiones no exige la reciprocidad, es decir, la correspondencia, y la amistad sí exige la correspondencia.

Te lo explico con tres ejemplos: un sentimiento tan noble como lo es el amor paterno estrictamente no exige la reciprocidad, tal como acontece en el caso de muchos padres de familia que aman aún sin ser correspondidos, y quizá aquí el amor paterno llega a ser más digno de nuestra admiración; el amor filial tampoco exige la reciprocidad, podemos amar tanto a nuestros padres aunque ellos no se preocupen por nosotros, y un amor de esta dimensión merece todo el respeto; finalmente el amor fraterno tampoco exige la reciprocidad, ya que en lo personal yo puedo querer mucho a mis hermanos y aunque ellos no me correspondan esto en nada disminuye el amor fraterno que yo puedo experimentar y manifestar....

Pero en el caso del amor de amistad, estrictamente no puede haber amistad sin correspondencia.

No llores por mi, Argentina

NO LLORES POR MI, ARGENTINA






Tu amor te espera

no esperes más.

En qué perdiste tanto tiempo?

Indecisa al hablar

tan dura como Humpfrey Bogart

Entre lujurias y represión

bailaste los discos de moda

y era tu diversión

burlarte de los ilusionistas.

No llores por las heridas

que no paran de sangrar.

No llores por mí, Argentina

te quiero cada días más.

Estás enferma de frustración

y en tu locurano hay acuerdo.

Una hiena al reír

pero al almuerzo con los cerdos.

Si las estrellas de cabaret

se ríen de tus movimientos

no es preciso mentir lo negro que hay en tus pensamientos

No llores por las heridas

que no paran de sangrar.

No llores por mí, Argentina

te quiero cada días más.

Alguien se quiere ir.

Alguien quiere volver

alguien que está atrapado en el medio de un recuerdo.

Esto yo ya lo ví

esto ya lo escuché

ella no quiere ser amiga de un chico de este pueblo.

SERU GIRAN - 1995