miércoles, 30 de junio de 2010

Los niños ciegos.

Los niños ciegos. Por Yolanda Sáenz de Tejada


Jose Luis Fernández, un amigo que vivía en una silla de ruedas, me enseñó que todos debemos de aprovechar nuestras discapacidades para sacarle partido emocional y físico a ellas. Él por ejemplo, al vivir más cerca del suelo, veía a las hormigas mejor que yo. Incluso a veces, se encontraba dinero en la calle…

Pero sobre todo, él, que fue un gran maestro y amigo mío, me enseñó a ver que todos, absolutamente todos, tenemos una discapacidad; aunque la escondamos, aunque la nuestra no se vea, la tenemos.

Por esto hoy, desde mi poema, quiero recordar que tenemos la obligación de luchar porque las personas cuya discapacidad sea latente, tengan una vida más digna y, sobre todo, más igual a la nuestra.

Los niños

ciegos

no aprenden a

sonreír.

Hay que enseñarles.

Lo repito,

por si alguno

lee esto muy

rápido:

no saben reír,

hay que enseñarles…

Y cuando sueñan,

nunca lo hacen

con imágenes

sino con

su mundo:

(mucho más rico

que el nuestro)

olores,

sabores,

piel,

abrazos,

uñas,

más abrazos,

plastilina,

frío,

hambre,

barro,

más piel…

Los niños

ciegos

(que uno podría ser

el mío,

por ejemplo)

son felices

si tienen

amor y compañía

(que tontería

he escrito;

igual que todos).

Pero

-y esto es muy

importante-

ellos, si no

reciben amor,

nunca,

nunca,

nunca,

aprenderán

a sonreír.

Del blog http://www.canal-literatura.com/BLOG/

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