miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Qué te puedo desear para el próximo Año?

¿Qué te puedo desear para el próximo Año?




Miércoles 31 de Diciembre de 2008



Que nuestra amistad continúe eterna y tenga siempre un lugar especial en nuestro corazón.



Que las lágrimas sean pocas, y compartidas. Que las alegrías estén siempre presentes y sean festejadas y recordadas tanto por ti como por mí.



Que Dios esté siempre con su mano extendida y te sostenga y me sostenga señalándonos el camino correcto.



Que los sentimientos como la envidia o el desamor, sean eliminados de nuestra vida.



Que la verdad siempre esté por encima de todo. Que el perdón y la comprensión, superen las amarguras y las dificultades.



Que todo lo que soñemos se transforme en realidad, pero sobre todo que el amor al prójimo sea nuestra meta absoluta.



Que mi cariño deje una huella imborrable tanto en tu vida como en tu corazón.



¡Te deseo un hermoso año nuevo a partir de hoy!



Que nuestra próxima jornada de los siguientes 365 días esté llena de caminos por recorrer y de metas por alcanzar, pero lo más importante es que atesoremos los recuerdos gratos que la vida nos regaló este año que está por terminar.



Lucas 6:38 Dad y se os dará...











www.RenuevoDePlenitud.com

martes, 30 de diciembre de 2008

NO TIENES TIEMPO?

No tienes tiempo?




No tienes tiempo? Muy cierto...

Para las personas que dicen que no tienen tiempo de nada o una agenda saturada Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia.



Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa,

junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:.



Cuantas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco.



Luego preguntó: Esta lleno?

Todo el mundo lo miro y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó.

Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.



El experto sonrió con ironía y repitió: Esta lleno?

Esta vez los oyentes dudaron:

Tal vez no, Bien!

Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco.

La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.



Está lleno? pregunto de nuevo. - No!, exclamaron los asistentes.

Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aun no rebosaba.



Bueno, que hemos demostrado?, preguntó.. Un alumno respondió:

Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.



¡NO!,concluyó el experto: Lo que esta lección nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

¿Cuales son las grandes piedras en tu vida?. Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada?

Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su Lugar.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Los montajistas

Los montajistas


Por Eduardo Aliverti

Es todo un tema determinar, con cierta exactitud, cuánto hay de real y cuánto de fantaseado (y estimulado) en los alcances que la crisis internacional tiene y tendrá por aquí.



Hay situaciones específicas que, no importa ya el realismo o el temor montado de su procedencia, reflejan un parate y hasta retroceso de la economía. Basta constatar que ya no se habla de inflación, cuando hasta hace pocos meses era el asunto predominante por lejos y la figura de Guillermo Moreno, más las andanzas oficiales en Indeklandia, eran la comidilla de toda la prensa. Hoy, el escenario con mayoristas, minoristas, taxistas, intermediarios, cuentapropistas, y todo actor comercial, de servicios o productivo que se quiera, es la queja por el descenso de la actividad. No hay ámbito que no lo registre. Sin embargo, la realidad de esa temperatura no coincide con la térmica que genera salvo, marcadamente, en dos áreas: la automotriz y la agropecuaria. Son las dos que se ligan en forma directa con la recesión externa; en la primera por la dependencia con Brasil y en la segunda por el marco más general, con el añadido de los intereses políticos ya demostrados durante el choque por las retenciones. Desde afuera se compran menos autos, menos granos y menos carne; o bien, además de suceder eso, los réditos presentes tienen poco que ver con lo que se calculaba, y entonces hay la especulación de desensillar hasta que aclare. Una cosa y la otra dan la suma de estancamiento o repliegue de fábricas y proveedores automotrices, frigoríficos, insumos agrícolas, industria del cuero. ¿Alcanza eso para hablar de una economía paralizada o cercada por riesgos gravísimos? ¿Lo que les pasa a la General Motors o al Citigroup es necesariamente la proyección de lo que ocurrirá en Argentina? ¿La caída en los precios de las materias primas agrícolas quiere decir pérdida? ¿O es lucro cesante respecto de lo que esperaban ganar los jugadores de esos sectores? Por lo pronto, excepto en las parcelas de producción mencionadas (sin que esté diciéndose que son un dato menor), no hay otras pruebas reveladoras de una merma sensible en los grandes indicadores económicos. Quedó planchada, incluso, la amenaza de corrida hacia el dólar. Pero resulta que todo parece haber empezado a funcionar de acuerdo con consecuencias por las dudas, de causas que son más dudosas todavía. Suspensiones, reducción de turnos, pronósticos de despidos, adelantamiento de vacaciones en los terrenos laborales directamente vinculados a la escena mundial, surgen como un espejo no comprobado de lo que le acontecería a la economía toda. ¿Cómo no sospechar, entonces, que estamos frente a efectos construidos para desmalezar de conflictos gremiales y reclamos salariales a la tasa de ganancia? ¿Cómo no ser suspicaz si el diario más importante del país le dedica el título central de portada a que la General Motors, en una de sus plantas, canjea no despedir trabajadores por rebaja de sueldos? ¿Cómo no acordar con que el establishment contempla tomar a empleos y salarios como variable de ajuste? ¿Cómo no dudar, cuando en los balances de la Bolsa de Comercio las compañías líderes presentaron ganancias con aumentos de hasta más del 100 por ciento con relación a igual período del año pasado?

Sólo dos grandes aspectos pueden verse certeros, con estrictez. El primero es que Argentina tiene con qué arreglárselas, cualquiera sea la dimensión de los huracanes externos, sin afectar significativamente a los núcleos mayoritarios de la población. Un país en condiciones de alimentar a más de 300 millones de personas, y sin conflictos de carácter bélico, étnico, religioso, independentista o etcéteras de ese tipo, puede preocuparse por el cómo pero no por el qué. Lo cual, claro que en función de sus intereses de apropiación de renta, es reconocido por los propios gurús y referentes del pensamiento liberal. Sin embargo, el segundo elemento es que no hay nada en este mundo capaz de contrariar una ley natural: si se piensa que las cosas saldrán mal, saldrán mal de manera indefectible. Por lo tanto, la mejor idea es aplanar las expectativas desfavorables. Y el único modo de lograr eso es la confianza popular respecto de que la crisis no será pagada, como es habitual, por los que menos tienen. No se trata de que sea fácil decirlo y muy difícil de implementar. Es así y punto, como lo es que esa confiabilidad de (y en) las mayorías no se consigue con discursos ni, mucho menos, con negaciones de la realidad y palabreríos compadritos.

El Gobierno debe demostrar que los principales afectados por la situación externa serán los más fuertes de la cadena. De lo contrario, en algún momento el clima se lo llevará puesto porque la barrera de que dispone es una oposición desperdigada que sólo se aglutina para montar el show de la denuncia. Y eso tiene un límite. En política también es ley natural que el lugar abierto por la desesperanza lo ocupa cualquiera, o casi, que potenciado por la necesidad masiva de volver a creer tenga habilidades para explotarlo. Las últimas semanas dieron cuenta de algunos movimientos hacia allí. Carrió ya se menea con los restos no definitivamente sepultados del radicalismo, que al fin y al cabo es donde pertenece al igual que todas las individualidades y facciones gorilas que fugaron del centenario partido una vez que su sucesión de fracasos no dejó resquicio para permanecer. Solá ya se cortó solo con el beneficio de amalgamar procedencia de pragmatismo e inescrupulosidad peronista, muy buena imagen mediática y simpatía de las franjas de derecha que articularon, socialmente, en el topetazo campestre y contra la reestatización jubilatoria. Cobos también da vueltas, por mucho que siga sin parecer capaz de ensamblar nada. Y Macri, aunque sus acciones se acotan a la Capital y su gestión sea un desastre, publicita un rol de víctima que no les cae nada mal a quienes necesitan un victimario. Una atmósfera que se completa con la agitación de los medios más influyentes, tanto sea por raigambre ideológica como por la presión de optimizar sus negocios. De todo eso puede salir tranquilamente un rejuntado que, por ahora, no se ve probable sólo porque los egos de cada quien son formidables.

Frente a ello, lo único que el Gobierno baraja es la marcación de que podría estarse ante un revival de la Alianza aunque ahora por derecha explícita, como si las definiciones ideológicas encarnaran algo sustantivo para la conciencia colectiva. En realidad sí hay algo de eso, pero en un sentido que va a favor de lo peor: una opción claramente de izquierda no tiene chances en esta sociedad, pero sí las tiene una de derecha que muestre algunos escrúpulos. Y, probanza de dictadura más menemato más guerra gaucha mediante, llegado el caso sin que siquiera hagan falta los reparos.





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Gentileza de Susana Ilari

viernes, 5 de diciembre de 2008

DIA DEL MÉDICO

3 DE NOVIEMBRE DÍA DEL MÉDICO


Ciencia, arte y humanismo

Mario Bravo (*)


PATCH ADAMS


Desde tiempos remotos, las sociedades que poblaron este planeta tuvieron como instrumentos fundamentales, en su afán de sobrevivir a través del paso del tiempo, a la educación y la salud. El aporte ilimitado de conocimientos, junto al estímulo continuo de generar diversos métodos de raciocinio, fueron las obsesiones de los grandes pensadores de todas las épocas. Además, el mero hecho de “sentirse bien”, tanto anímica como físicamente, abría las posibilidades para que se cumplieran los sueños de gobernantes y gobernados.

Nuestro país, en su corta historia, aportó grandes personalidades en el plano de la salud pública, personas que consideraron a la criatura humana como un “ser concreto y cualitativo”.

Como verdadero hombre de ciencia, cabe destacar a César Milstein: aquel joven bahiense que tuvo que emigrar a tierras extrañas, luego del golpe militar de 1962. Tiempo después, este “cerebro prodigioso” recibió el premio Nobel, obtenido en 1984, gracias a su labor en la Universidad de Cambridge (Inglaterra).

Los rasgos manifiestos de humanismo, tuvieron al médico esperancino Esteban Laureano Maradona, como un verdadero apóstol de las ciencias médicas. Por obra del azar, recaló en lo más hondo y hostil de la selva formoseña, luchando en soledad, en silencio, curando y salvando vidas.

En las últimas décadas del siglo XX, el cardiólogo René Gerónimo Favaloro se destacó como genuino representante de la codiciada “materia gris argentina”. De médico rural a genial creador de una técnica (by pass) para mejorar el funcionamiento de los corazones severamente dañados, permitiendo que miles y miles de seres humanos en el mundo, pudieran seguir viviendo gracias a su magnífica proeza creativa. Su obra como hombre de ciencia y humanista, traspasó nuestras fronteras, realzando el prestigio de la medicina argentina.

Lamentablemente nuestro país se caracteriza por ignorar a figuras de esta magnitud y a numerosos anónimos brillantes que han tenido que dejar su terruño para poder desarrollar su verdadero potencial.

Hoy se festeja del Día del Médico y estos modelos dignos de imitar nos llevan a reflexionar sobre la trágica confusión de valores que reina en la sociedad argentina y a buscar indefectiblemente los caminos adecuados que nos conduzcan a conformar y consolidar un país en el cual todos sus habitantes puedan gozar de un auténtico “estado de bienestar físico, psíquico y social”.

(*) Médico, ex asistente en la Fundación Favaloro, miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología, adscripto al Comité del Deporte.

Publicado por DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE

jueves, 4 de diciembre de 2008

UN SUEÑO EN IMÁGENES

UN SUEÑO EN IMÁGENES




Publicado en http://www.reconquista.com.ar



Abrí este informe y te mostramos cómo será el enlace entre Avellaneda y Goya con fotomontajes. Los tres puentes más importantes de un total de 16 y los empalmes en la ruta 11 (Avellaneda) y la 27 (al norte de Goya).

Así será el puente sobre el Arroyo Los Amores.
















Puente sobre el Miní.



Puente sobre el cauce principal del Río Paraná. A la derecha los campos correntinos. A la izquierda, los humedales santafesinos.





Así será el acceso a la ruta 27, en Corrientes. Al norte se ve Lavalle y al sur está Goya.
La ruta 27 une Goya con Corrientes Capital. A 300 km está la frontera con Brasil, en Paso de los Libres que se comunica con la Ciudad de Uruguayana. Allí hay un millón de habitantes.



Así será el empalme de la Ruta Nacional 11, en Paraje El Timbó, al norte de Avellaneda

miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL ALAMBRADO EN ARGENTINA

El alambrado en la Argentina


De la Redacción de El Litoral



Cuenta Noel H. Sbarra que largamente le ocupó averiguar quién había sido entre nosotros el primer hacendado en alambrar su propiedad. Finalmente encontró la “punta del ovillo” y se dedicó a reconstruir la vida de Francisco Halbach, el primero en alambrar en su totalidad el perímetro de su estancia Los Remedios, que comprendía lo que actualmente ocupa el aeródromo de Ezeiza.

La invención del alambre de púa, en 1874 en los Estados Unidos, fue un hito capital en la práctica de cercar los campos con solidez y seguridad. En la Argentina tal invención se presentó en 1878, pero recién una década más tarde comenzó a difundirse. Antes, en 1845, Mr. Newton había traído alambre de Inglaterra, y fue en 1855 que Francisco Halbach alambró su estancia.

Noel H. Sbarra, en su libro “Historia del alambrado en la Argentina”, publicado por Letemendia, comienza historiando los rudimentarios mojones que delimitaron las propiedades que Juan de Garay distribuyó, al fundar la ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires. Tal sistema de marcación presentó innumerables inconvenientes: quejas, reclamos, pleitos, de manera que el gobernador Hernandarias procedió a dar rumbo y medida al ejido de la ciudad y a las chacras que lo rodeaban, constituyéndose en la primera mensura oficial de que se tenga memoria (16 y 17 de diciembre de 1808).

Más allá de las barreras naturales que formaban montes, ríos y arroyos, el modo más primitivo de crear artificialmente un límite fue construyendo zanjas, y el de “zanjeador” fue un oficio rural, como sería más tarde el del alambrador. También se usaron ampliamente los cercos vivos de plantas espinosas y enmarañadas. En el Noroeste eran usuales los pircados (término de origen quechua), muros de altura variable de piedras superpuestas con argamasa. Con el refinamiento de los ganados (que comenzó por las ovejas) se usaron instalaciones como corrales de fierro fino.

William Mac Cann, en su “Viaje a caballo por las provincias argentinas” ofrece la primera noticia del alambrado. En su libro, cuenta que en los primeros días de mayo de 1847 se acerca a la estancia de un inglés, Richard Newton, y al describirla, habla de una “huerta circuida de un fuerte alambrado” y de un parque y de un jardín “defendidos de las incursiones de las vacas y ovejas por setos formados de arbustos espinosos y por una cerca de hierro”. Esta estancia (Santa María) se encuentra a diez leguas de Chascomús y se conserva en buen estado.

Sbarra se detiene en la biografía de este Richard Newton y continúa historiando el afianzamiento en el uso de este instrumento que permitió, aparte de delimitar las propiedades, parcelar en potreros las grandes extensiones, facilitar la cruza de haciendas criollas con reproductores seleccionados, el mejoramiento de la calidad de las pasturas y el cultivo de los campos.

Entre otros tantos detalles, se acentúa la significancia del Ñandubay: “Este árbol indígena ha prestado, más que ningún otro, importantes servicios a nuestra industria agropecuaria: durante mucho tiempo sus troncos -de madera durísima e imputrescible bajo tierra- se usaron en la construcción de alambrados y de corrales de “palo a pique”, para lo cual se los traía en goletas y pailebotes a vela desde Entre Ríos, y ocasionalmente desde el sur de Corrientes y norte de Santa Fe”.

Se nos recuerda también que el primer documento que legisla para evitar abusos de propietarios se debió a Bartolomé Mitre, en 1860, refrendado por Sarmiento. Establece que “ningún alambrado se pondrá en adelante a la orilla de las grandes vías de comunicación sin autorización del juez de Paz respectivo”. En 1862 se estableció que quienes querían alambrar sus campos debían pedir permiso a la Municipalidad del partido correspondiente.

El autor del “Martín Fierro”, en su “Instrucción del estanciero”, de 1882, declaraba con contundencia que “la modificación de mayor consecuencia introducida en la industria rural ha sido la de los alambrados”. Y Estanislao Zeballos en 1888 expresó con entusiasmo: “Los alambrados argentinos son extraordinarios”.

UN HOGAR LEJOS DE CASA

Un hogar, lejos de casa


Casa Garrahan es un techo para aquellos niños del interior y sus madres, que necesitan alojarse en Capital Federal mientras se realizan tratamientos que no requieren internación.

TEXTOS: M. DE LOS ANGELES ALEMANDI.



Los grises se quedan afuera. La soledad también. Hay tristezas y fantasmas que a veces se cuelan por las hendijas de las ventanas, pero se los trata de ahuyentar. No es fácil la vida en aquella casa sólo porque no es fácil la vida de quien pelea cuerpo a cuerpo contra una enfermedad. Pero aquellas paredes son el refugio más cálido para enfrentarse a la tormenta.

Casa Garrahan es un pequeño oasis en el desierto. Las puertas se abren y se ingresa a un espacio lleno de color, de energía y de luz. Afuera queda la aridez de una ciudad ajena e inmensa, el frío de los pasillos del hospital, la añoranza de la familia que está lejos.

La misión de la casa es generar un espacio que “propicie la recuperación de la salud” de los niños. Cobija a familias sin recursos económicos ni obra social, que llegan desde el interior del país (provenientes de distancias mayores a los cien kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) porque necesitan un hogar, mientras sus hijos cumplen tratamientos médicos por enfermedades (preferentemente oncológicas, cardiovasculares o ante la necesidad de un transplante) que no exigen internación.



El techo posible

Más de diez años atrás era imposible, para muchos niños llegados desde las provincias, recibir atención en los hospitales pediátricos de la Ciudad de Buenos Aires: Dr. Pedro de Elizalde, Dr. Juan P. Garrahan y Ricardo Gutiérrez, porque no tenían lugar donde vivir mientras durara el tratamiento.

En algunos casos la solución aparecía a través de las casas de las provincias, las obras sociales o gracias a la ayuda de familiares y amigos. Pero otras veces sólo se hallaba incertidumbre y más angustia. La Fundación Garrahan comprendió la necesidad y así nació el proyecto de la Casa.

En el año 1994, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires cedió un terreno ubicado a sólo cien metros del Hospital Garrahan (Pichincha 1731) y el 25 de marzo de 1997 fue inaugurada la obra. Desde entonces, bajo su techo han encontrado cobijo “más de siete mil familias”, según informó el Ing. Juan Ramón O’ Donnell, coordinador general de Casa Garrahan.

Todos los alojamientos están coordinados por el Servicio Social del Hospital Garrahan ante la demanda particular de las familias.

Puertas abiertas

Al entrar en la casa, una enorme sala de estar se presenta como un abrazo para el alma. Aquella mañana que la visitamos, las mamás con los niños estaban en el hospital, pero imaginamos que a su regreso aquel espacio se llenaría de risas. Las paredes están decoradas por obras de arte producidas por los chicos, con colores brillantes que derrochan vida.

Al fondo hay una biblioteca, una sala de computación y máquinas de coser. La última puerta nos transporta a lo más parecido a un paraíso para cualquier niño: la habitación de juegos.

Algunas ventanas dan a la calle y otras muestran el patio, que más que un patio parece un estacionamiento de cochecitos, autitos infantiles y andadores.

En un rincón se encuentran cómodos sillones, lugar donde las madres se reúnen, charlan, liberan tensiones y recuperan nuevamente el ánimo. Allí conversamos con el Ing. O’ Donnell, quien trabaja desde hace más de ocho años en la institución. Es un hombre alto, de sonrisa generosa y mirada honda que ha visto crecer a muchos chicos: “La casa es muy colorida y en ella hay mucha alegría -dice-. Se trata de generar un clima de contención. Hay días difíciles para las madres porque quizá recibieron un diagnóstico respecto de la salud de su hijo y están muy preocupadas o porque piensan en los otros hijos que dejaron en sus casas. Es muy fuerte el desarraigo. Además, de pronto llegan a esta ciudad enorme sin siquiera saber usar un ascensor. Entonces, no sólo cargan con el peso de la enfermedad del niño sino que tienen que salir a golpear puertas para conseguir los medicamentos o pasajes de colectivos y hacer un montón de trámites. Para nosotros es importante que la mamá esté bien, porque es casi una regla matemática: si ella se deprime, el niño también. Hay menores que conocen perfectamente lo que les pasa, pero hay otros que no; sin embargo, a través del ánimo de la madre se dan cuenta si mejora o empeora la situación”.

Este clima de contención del que nos habla el coordinador de La Casa no se puede traducir en palabras. Durante su estadía los niños realizan múltiples actividades: si están en edad escolar concurren a la escuela hospitalaria y, además, participan en talleres de teatro, dibujo, pintura, ajedrez, computación y música. Las madres también se mantienen ocupadas porque toman clases de cocina, gimnasia, expresión corporal y asisten a peñas musicales.

Los fines de semana se organizan salidas espontáneas entre las madres y los niños que duermen bajo el mismo techo: a veces van a una plaza a tomar mates, al zoológico o de compras a Once y con un poco de suerte reciben invitaciones para ir a ver espectáculos u obras de teatro infantiles.

Mundo íntimo

La Casa Garrahan tiene tres pisos y 46 habitaciones en total. Cada uno de esos espacios son amplios, tienen dos camas -para la mamá y el niño- y baño privado.

En cada piso hay una cocina, con largas mesas y un televisor que se suma al bullicio de los comensales. El menú diario lo determina una nutricionista que trabaja con la colaboración de una asistente, pero las que ponen las manos en la masa (respetando normas de higiene y seguridad) y preparan almuerzos y cenas, son las mamás.

Aquel mediodía que visitamos la casa, dos mujeres cocinaban hamburguesas con puré. Una, proveniente de Formosa, miembro de una comunidad toba, se limitó a sonreir. La otra, de Puerto Iguazú (Misiones) sólo respondió a Juan Ramón, cuando preguntó qué plato estaban preparando. De una de las paredes colgaba un afiche escrito a mano con fibra negra acerca de las Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA), sus síntomas y las medidas de prevención. Estaban acompañadas por sus hijos. Al igual que ellas, el mayor nunca corrió la vista del televisor y el otro tampoco perdió la concentración mientras dibujaba.

Dibujaba rayas de colores en una hoja en blanco. Tendría no más de cuatro años. Apenas levantó la vista para mirarnos. Estoy segura de que tras el barbijo no apareció la sonrisa. Tuve ganas de removerle el cabello oscuro y saber su nombre, pero su silencio puso los límites.

De pronto entendí que yo era una intrusa. Aquella era su mesa, su cocina y su casa. Entendí también el sentido de apropiación del lugar, porque el espíritu de Casa Garrahan está lejos de ser el hospedaje de madres e hijos que vienen al hospital por largos y serios tratamientos médicos. Es un hogar con todas las letras. Y quienes lo habitan entrelazan sus historias, sus costumbres, sus tristezas y la esperanza de un futuro donde abunde la salud. Se inventa una nueva gran familia y cada rincón se conquista día a día.

El pequeño niño, absorto en su mundo de lápices y papeles, casi sin saberlo me hizo comprender dónde estaba parada. Le inventé un nombre para no olvidarlo y pasé como una sombra por su lado. Fue lo correcto: ¿a quién le gustaría que un desconocido pasee por su casa y descubra ese mundo tan íntimo?

Vale la pena

De acuerdo a las estadísticas, el porcentaje más alto de los niños que se alojan en Casa Garrahan son de la provincia de Buenos Aires (de localidades ubicadas a más de 100 km de la capital), luego siguen chicos provenientes de Misiones, de Santiago del Estero, de Formosa y, en quinto lugar, de Santa Fe.

Este espacio que se parece mucho a un hogar y desde el cual los niños encuentran renovadas fuerzas para recuperarse de enfermedades que exigen algo más que atención médica especializada, debe ser conocido por todos porque necesita nuestro respeto, tanto como nuestra ayuda.

Si bien muchas veces la sociedad asume responsabilidades que debería garantizar el Estado, porque la salud es por sobre todas las cosas un derecho, la solidaridad nos caracteriza a los argentinos. Quizá porque estamos acostumbrados a las crisis y a los tragos amargos. Como sea, vale la pena el trabajo de la Fundación Garrahan y vale la pena ayudar porque no debe haber nada más importante en la vida que la salud de nuestros hijos.

Cuenta el Ing. O’Donnell que el alma de la casa son las voluntarias, que acompañan a las familias, les prestan oído y se transforman en una mano amiga. También hay un grupo de asistentes sociales que están junto a las mamás para ayudarlas a organizarse, a resolver inconvenientes, a seguir mirando para delante y peleando por la vida de sus hijos.

ser solidario es saludable

La Casa Garrahan se sostiene, desde su inauguración en el año 1997, únicamente por aportes solidarios. Cada una de sus cuarenta y seis habitaciones puede ser apadrinada por alguna empresa o particular que apueste a este proyecto.

Desde septiembre de 1999, la Fundación lleva a cabo el programa de reciclado, a través del cual ya se recolectaron más de 27.700 toneladas de papel con la ayuda de empresas, escuelas y otras instituciones. La venta del material reunido genera un ingreso que ayuda a sostener, entre otras necesidades, la Casa Garrahan.

A fines de este año, la Fundación fue por más y sumó a la campaña “El papel no es basura”, el reciclado de plástico, por lo que invita a toda la comunidad a aportar a la recolección de tapitas de gaseosas y agua mineral.

Durante la charla con Nosotros, el coordinador general de Casa Garrahan, Ing. Juan Ramón O’ Donnell, manifestó en reiteradas oportunidades su agradecimiento, tanto a los vecinos que acercan bolsas con tapitas, como a las grandes empresas que realizan su aporte para sostener este hogar. Comentó, además, que ya se está trabajando en una nueva campaña para reciclar llaves.

PARA SUMAR

Todos los santafesinos que deseen sumar un granito de arena a Casa Garrahan pueden escribir a: casagarrahan@fundaciongarrahan.org.ar, fmade@fundaciongarrahan.org.ar, casa@fundaciongarrahan.org.ar, o llamar al (011) 4308-3106/3731. En la web: www.fundaciongarrahan.org.ar.

Publicado por DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE

Talento joven

Talento joven


EL DESPEGUE. “Va a ser el tercer año que voy a la Escuela de Dibujo que lleva el nombre del profesor Juan Carlos Buhajeruk. A medida que fue transcurriendo el tiempo fui tomando un camino y la caricatura me apasionó. Dibujaba desde chiquito, pero siempre los trabajos de la escuela, sin compromiso, por hobby. Un día mi vieja me sugirió empezar en la Escuela de Dibujo y me interesó. No es lo que tenía pensado, como exponer y todo eso, pero se dio la oportunidad y hoy el dibujo es a lo que más prioridad doy para el futuro”.

LAS TÉCNICAS. “Empecé con las más simples, con lápices en blanco y negro, lápices en color; después seguí con pincel y tinta china, acuarelas, témperas, algo de acrílico. Pero la que más me gusta es la acuarela. El dibujo de Joan Manuel Serrat es en tinta china, y el fondo y cuerpo en témpera. El de Jorge Luis Borges es el que más técnicas tiene: fondo en acrílico, la cara en tinta china, cabello y cuerpo en témpera y parte de la ropa en tinta china. Joaquín Sabina está hecho en lápiz acuarela pero sin pasar por el pincel. Moria Casán, en tinta china. El último que hice fue el de Jim Carrey”.

¿A QUIÉN DIBUJAR? “Uno busca lo que más fácil le resulta para hacer y es más fácil de reconocer para la gente. Entonces, trata de observar si el personaje tiene mentón grande o es narigón, y dibuja ese rasgo. Lo que más me gusta es lo que está ligado al fútbol o deporte en general, y también músicos y actores. Me pasó que a alguno de los personajes que dibujé no lo reconocieron, sobre todo los primeros cuando la mano estaba un poco dura todavía. Hoy ya los están reconociendo bastante. El año pasado tuve la oportunidad de conocer a quien creo que es el mejor caricaturista argentino, Luis Ordoñez. Él dijo: “que la gente pueda reconocer el dibujo de uno, que reconozca al personaje y a quién lo hizo por el estilo es la mayor satisfacción para un dibujante’ “.

UN ESPACIO PROPIO. “Al principio hacía los trabajos en la Escuela de Dibujo adonde voy dos veces por semana, dos horas. El dibujo que más tiempo me llevó fue el de Fabián Gianolla, en lápiz común pero con 8 a 10 tramas. Estuve cuatro meses haciéndolo. Hace poco me empecé a animar a trabajar de manera más independiente, con acuarela. Los compañeros de la escuela se ríen conmigo de ésto y me alientan; los más chiquitos también. Me los cruzo por los pasillos del colegio y siempre me comentan algo de mis dibujos. Hace dos años hice a todos los profesores de la escuela, así que ya conocen mi trabajo”.

LA EXPOSICIÓN. “El año pasado mostré algunos trabajos en la escuela y al profesor Manuel Canale le interesó darle el lugar al arte. La verdad es que se movió muchísimo y estuvo organizando todo desde entonces. Por ahora la muestra está hecha con dibujos míos y está pensado darle espacio a la Escuela de Recuperación (Nº 1377), que funciona en el mismo edificio. Está bueno que de a poco todos se vayan animando a mostrar lo que hacen”

EL FUTURO. “Desistí un poco de la idea de periodismo deportivo, pero me sigue gustando el dibujo vinculado al deporte. Mi proyecto es mantener las caricaturas, dar clases en la Escuela de Dibujo y aplicar estas técnicas a los temas que más me gustan. Pero no quiero ligarme sólo a ésto sino también tener una carrera”.

PERFILES

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. AMANCIO ALEM

BRUNO CUSCHIE



Con 18 años quiere abrazar el dibujo para el futuro, ligándolo a otra de sus pasiones: el deporte.

ASI SOY YO

DE LA SALLE

Bruno Cuschie nació en Santa Fe y desde los 4 años es alumno del Colegio La Salle Jobson, tal como lo fueron su hermano y su papá. “Siempre traté de darle todo lo que pude al colegio, ya sea con los dibujos o en las Olimpíadas de Filosofía y de Historia, Jornadas de Debate, etc”.

LA FAMILIA

“Mi familia está formada por mi papá Hugo, mi mamá Rosana y mi hermano Tomás. A ellos les agradezco que me apoyen un montón, igual que el profesor Manuel Canale que se movió muchísimo para armar la exposición y a mi profesor Juan Carlos Buhajeruk de la Escuela de Dibujo, que me exige bastante. Aunque el esfuerzo está dando sus frutos”.

Publicado por DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE

martes, 2 de diciembre de 2008

LA LISTA DE ESPERA

La lista de espera


Un artículo sobre transplantes de órganos de la Dra. Diana Cohen Agrest, directora del "Diplomado Universitario en Bioética" (a distancia).

Por Diana Cohen Agrest

IntraMed

Un tiempo atrás, una nota publicada por La Nacion tuvo como protagonista a Eduardo Plá, un paciente renal en tratamiento de diálisis, quien desde hace 11 años aguarda un riñón y Eduardo es, en rigor de verdad, uno más entre 5432 personas inscriptas en lista de espera para recibir un órgano en el INCUCAI. Lo cierto es que conviven millones de Eduardos en el mundo, aun cuando cada historia es tan única, tan intransferible como la vida misma.

El obstáculo insalvable es que los órganos vitales constituyen un recurso escaso, y por el momento no sustituible por dispositivos biotecnológicos creados por el ingenio humano. A propósito de esta limitación que da lugar a uno de los problemas más preocupantes en el ámbito de la salud pública, un informe publicado por el centro más célebre de estudios bioéticos en los Estados Unidos, The Hastings Center, firmado por J. A. Griffin, comienza interrogándose ¿qué podemos hacer, y qué deberíamos hacer, para contar con mayor cantidad de órganos disponibles?

Sin lugar a dudas, algunas estrategias -en particular, la venta de órganos por parte de donantes vivos- suelen ser tan efectivas como éticamente intolerables. Hecha a un lado esa controvertida fuente de provisión cuyo emergente globalizado es el llamado “turismo de transplante”, donde los ciudadanos de países ricos se trasladan para recibir los órganos de los pobres a cambio a veces de unos pocos cientos de dólares, la causa de la escasez y de la tasa lenta de crecimiento de órganos a disposición es obvia: la mayoría de los órganos provienen de donantes cadavéricos, por lo general jóvenes saludables que sufren un accidente automotor, que son trasladados inmediatamente a hospitales donde son declarados muertos mientras son asistidos con el respirador, recurso biotecnológico que mantiene en funcionamiento al sistema circulatorio y asegura que los órganos continúen recibiendo oxígeno. Sin embargo, este modelo se aplica en menos del uno por ciento de los casos, porque la mayoría de la gente no muere en esas condiciones, circunstancia que hace que la diferencia entre los donantes y los receptores a nivel mundial sea un desafío constante para idear nuevas estrategias para disponer de órganos.

Uno de los obstáculos entre los miembros de la familia que deben dar el consentimiento final para que se efectivice la donación, es cierta falta de confianza en el sistema médico: la gente no comprende el proceso de procuración de órganos. Uno de los equívocos en el que se incurre remite al carácter arbitrario y meramente estipulativo de la definición de muerte. Basada en la irreversibilidad del daño cerebral y enunciada por el Comité de Harvard en 1968 con el fin de reemplazar a la tradicional cardiorrespiratoria, fue la expresión de la necesidad de inaugurar las condiciones legales que permitieran la ablación y posterior transplante de órganos. En rigor de verdad, el donante cadavérico debe ser declarado muerto según el criterio neurológico -lo que popularmente se denomina “muerte cerebral”-. No obstante, dado que el donante debe ser mantenido en el respirador para que el sistema circulatorio continúe en funcionamiento, la persona puede parecer viva aunque inconsciente, confundiéndose su estado con el de un coma, y creyéndose erróneamente que la recuperación es posible. A la gente le cuesta creer que un individuo que puede respirar sea un muerto cerebral. En este equívoco no sólo cae el lego, sino incluso los jueces que deben decidir una vez que un caso se judicializa.

En otro orden de razones, los familiares suelen mostrar un rechazo visceral a un imaginario colectivo que todavía ve en la remoción de un órgano una forma de mutilación, temiendo que la ablación desfigure el cuerpo, cuando en verdad el procedimiento no es más detectable que una apendectomía.

Confrontados con estas circunstancias arraigadas en una cultura que, con toda razón, se resiste a lo que no comprende, se han propuesto nuevas estrategias. Con el fin de incrementar la donación directa entre personas vivas, el informe da cuenta de la implementación de un programa que atiende a las parejas, en lugar de a los individuos: si un cónyuge tiene una falla renal y su pareja no es biológicamente compatible, la solución consiste en buscar otra pareja de manera tal que el cónyuge sano de la primera pareja done un riñón simultáneamente al cónyuge enfermo de la otra pareja, y viceversa. Es claro que este procedimiento, tan exitoso como complejo en su implementación, por sí mismo no es suficiente para satisfacer las necesidades reales.

Otra propuesta consiste en ser miembro de una especie de club, donde aquel que se haya sido inscripto como donante potencial tenga prioridad en la lista de espera en relación con quien no se haya inscripto. Este enfoque parecería a primera vista bastante justo: ¿por qué aquellos que no han aceptado ser donantes van a beneficiarse de la generosidad de otros? Sin embargo, se alega que una vez que abandonamos el criterio clínico, nos deslizamos por una pendiente resbaladiza donde se premia a la gente por sus méritos. Pero lo cierto es que la gente puede negarse a donar un órgano y en su lugar hacer contribuciones a la sociedad tan meritorias como la donación de un órgano. En cualquier caso, fundamos la donación en una política culpabilizadora y, lo que es peor, en caso de que se enfermaran estaríamos imponiéndoles una sentencia de muerte.


Estos y otros tipos de conflictos médicos y éticos hacen de los programas basados en incentivos un camino casi imposible de implementar. Pero no toda esperanza está perdida: en nuestro país, si bien la ley de consentimiento presunto establece que todo individuo es donante cadavérico salvo que haya expresado su deseo de no serlo, es la familia la que tiene la última palabra. Y numerosos estudios internacionales muestran que un factor relevante en la decisión de la familia para donar es su satisfacción con la calidad de la atención que su familiar fallecido recibió durante sus últimos momentos: una mejor atención del equipo médico significa una mayor confianza en el sistema y una mayor confianza en el sistema conduce a una actitud receptiva cuando se solicita la donación. También se sabe que cuando el equipo de transplante (que no es aquel que atendió al paciente en su agonía) se encuentra presente en el hospital, sus miembros pueden desarrollar una relación con la familia del donante que eleva el índice de donaciones.

Según el mismo informe, hasta se están ensayando programas donde las madres de donantes ayudan emocionalmente a los familiares de quien no tiene esperanza de recuperarse: simplemente acercan una taza de café, una toalla y un jabón, una tarjeta de teléfono, gestos que se tornan oportunidades para que inauguren una escucha activa y una palabra autorizada de quien ha estado antes en esa misma situación. Estas medidas aparentemente intrascendentes pueden elevar las tasas de donación al 90 por ciento.

Finalmente, se ha comprobado que las familias que toman la decisión de donar tienden a sobrellevar su dolor mejor que aquellos que no lo hacen, y una abrumadora mayoría (el 94 por ciento, según el informe) se sienten luego satisfechos con su decisión, lo que significa que no solo beneficia a los receptores sino a los familiares del donante igualmente.

Es cierto que todos estos recursos resuenan muy distantes de nuestra cotidianeidad. Pero también es cierto que, sólo informándonos, seremos capaces de abordar los problemas bioéticos en una reflexión dirigida por un juicio prudencial y en vistas a construir una sociedad más solidaria.


Diana Cohen Agrest




Doctora en Filosofía (UBA). Magíster en Bioética, Monash University, Australia. Docente e Investigadora de la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Becaria del Kennedy Institute of Ethics, Georgetown. Autora de Por mano propia. Estudio sobre las prácticas suicidas; Fondo de Cultura Económica, 2007; Inteligencia ética para la vida cotidiana, Sudamericana, 2006; Temas de bioética para inquietos morales, Ediciones del Signo. 2004 y de El suicidio: deseo imposible. O de la paradoja de la muerte voluntaria en la filosofía de Baruj Spinoza. Ediciones del Signo, 2003. Coordinadora editorial de Perspectivas Bioéticas (FLACSO). Editora de Dilemas éticos en pediatría: un estudio de casos, de Edwin N. Forman y Rosalind Ekman Ladd, Buenos Aires, Paidós, 1998. Ha publicado numerosos artículos en medios periodísticos, en revistas especializadas y en antologías nacionales y extranjeras.