La muerte de la imaginación Lo que más temo es la muerte de la imaginación
El corazón no tiene quien le escriba,
nadie se atreve a cruzar la noche remando
en la intemperie
(nadie se ve)
Y si no fué más que un amor negro, susurrante
que nada da,
el viaje más lejano fue el de mi cabeza
hacia su hombro
(el más inútil)
La rama golpea en la terraza
pero es solamente oscura. El miedo
se sienta a comer un pastel en la cocina
(y dice que es real)
¿Alguien pudo tocar a la desesperación?
Terciopelo, papel de diario, una lata oxidada,
no hay vacuna contra las superficies.
El mundo es un hueco tapado con barniz
(y no respira)
Paulina Vinderman
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