Hijos de madres que venden sexo
Las historias de vida de hijos de mujeres que venden sexo, sus verdades y submundos, son descriptas con una crudeza paradójicamente tierna, en el flamante libro de la periodista Adriana Balaguer. La autora reunió testimonios emparentados por la curiosa característica de no haber sido nunca abordados, pese a su asombrosa cercanía.
FUENTE. TELAM CULTURA. FOTO. EL LITORAL.
“Hijos de putas-Tener madres que viven del sexo”, una de las novedades de Ediciones B en la Feria del Libro que se está desarrollando en Buenos Aires, reúne relatos cruzados de amor y sufrimientos de un universo que hace rato dejó de ser subterráneo y, sin embargo, fue cuidadosamente esquivado por periodistas, investigadores y escritores.
Metido en un género expandido en las últimas décadas, que combina el rigor de la investigación con herramientas propias de la narración literaria, el texto de Balaguer puede dividirse en dos partes: una primera (“Hijos de putas”) con las historias de esos chicos en algunos casos ya adultos, y una segunda (“Puta tu madre”) que replica el prejuicio de la mano de una inquieta mirada.
El sexo por internet, las mudanzas, los hogares de mundos divididos en día y noche, los abandonos y reencuentros y las marcas bien diferentes en chicos de pequeños pueblos del interior o de grandes ciudades se mezclan en “Hijos...” para delinear un relato absolutamente vivo de una Argentina casi siempre escondida.
LA AUTORA
Periodista egresada de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y del Taller Escuela Agencia (TEA), Balaguer es directora de la revista digital www.mujeressinfronteras.com y responsable del blog “Desesperadas”, de Yahoo! Mujer.
Madre de tres hijos, conduce, además, “Campo Minado”, ciclo de Radio El Mundo. “Siempre me había tocado entrevistar a mujeres que trabajan, profesionales, empresarias. Y sentía que me estaba olvidando de una parte. Había como una deuda con las que, en definitiva, tienen menos herramientas para desarrollar sus sueños o ejercer su vocación. Y pensando quiénes eran las más marginadas en este sentido, pensé en las prostitutas, y así llegué a sus hijos”, explicó Balaguer sobre el origen del texto.
En esa línea, se preguntó si había “algo más difícil que nacer con el estigma de la mala palabra” y entonces salió a “ver cómo era ser un hijo de puta, cómo lo llevaban, cómo lo vivían”..., en una recorrida que, admite, la hizo sentir en el inicio “mucha culpa de clase”.
“Pero al final de la investigación, una de las protagonistas del libro, después de leer su propia historia, me preguntó si podía agregar que “esa prima que hoy está presa por secuestro extorsivo es la misma que cuando ella era chica le decía que su mamá era una puta’ Ahí me dí cuenta de que había algo de búsqueda de justicia en sus relatos para el libro. Y me gustó poder ayudarla, aunque sea, a satisfacer un poquito ese deseo”, aseguró.
HISTORIAS DESDE EL DOLOR
Sobre la necesidad de “correrse” de las historias, de no involucrarse para que los relatos siguieran siendo ajenos, la periodista reconoció que fue “costoso el proceso de entrevistar”, al punto que “después de cada charla necesitaba caminar un rato para procesar la angustia”.
Con todo, destacó que fue de mucha ayuda “no perder la relación y poder mostrarles el resultado del trabajo, escuchar sus opiniones”.
Balaguer contó que inició la búsqueda de testimonios “con la idea de que seguramente esos hijos debían culpar a sus madres por todo lo que les pasaba de malo en sus vidas, que debían vivir reprochándoles que hubieran sido prostitutas, que no hubieran pensado en ellos cuando decidieron traerlos al mundo”.
Y, sin embargo, lo que apareció en las entrevistas fueron “hijos e hijas que tienen con sus madres una relación que va más allá del trabajo que ellas ejercen o ejercieron, que tienen con sus madres los mismos problemas que podemos tener los demás, agravados, obviamente, por la situación de marginación en que viven muchos de ellos”.
“Pero de ninguna manera hacen del reproche una moneda corriente”, completó la autora, que en la introducción del libro aclara que “Hijos de putas” no aborda historias singulares, aunque lo son, sino “situaciones que se repiten más allá de lo imaginado, y que tienen lugar hasta a escasas cuadras de la Plaza de Mayo”.
En sus 173 páginas, “Hijos...” reúne relatos que, aún asfixiantes, atrapan; y aún atrapantes, asfixian. “Todos tienen en común la necesidad de sus protagonistas de convertir en ‘normal’ lo que no lo es, de hacer llevadero el dolor y la angustia”, subraya la introducción. Y dice bien.
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