viernes, 15 de octubre de 2010

El Maestro Huerta

Quién como Neruda puede hablar de los mineros de
Chile? ...

En honor a los 33 mineros rescatados - Ninfa
Duarte


 


El Maestro Huerta


(De la mina “La Despreciada”,
Antofagasta)*


Pablo Neruda




Cuando vaya usted al Norte, señor,

vaya a la mina “La Despreciada”,

y pregunte por el maestro Huerta.

Desde lejos no verá nada,

sino los grises arenales.

Luego, verá las estructuras,

el andarivel, los desmontes.

Las fatigas, los sufrimientos

no se ven, están bajo tierra

moviéndose, rompiendo seres,

o bien descansan, extendidos,

transformándose, silenciosos.

Era “picano” el maestro Huerta.

Medía 1.95 m.

Los picanos son los que rompen

el terreno hacia el desnivel,

cuando la veta se rebaja.

500 metros abajo,

con el agua hasta la cintura,

el picano pica que pica.

No sale del infierno sino

cada cuarenta y ocho horas,

hasta que las perforadoras

en la roca, en la oscuridad,

en el barro, dejan la pulpa

por donde camina la mina.

El maestro Huerta, gran picano,

parecía que llenaba el pique

con sus espaldas. Entraba

cantando como un capitán.

Salía agrietado, amarillo,

corcovado, reseco, y sus ojos

miraban como los de un muerto.

Después se arrastró por la mina.

Ya no pudo bajar al pique.

El antimonio le comió las tripas.

Enflaqueció, que daba miedo,

pero no podía andar.

Las piernas las tenía picadas

como por puntas, y como era

tan alto, parecía

como un fantasma hambriento

pidiendo sin pedir, usted sabe.

No tenía treinta años cumplidos.

Pregunto dónde está enterrado.

Nadie se lo podrá decir,

porque la arena y el viento derriban

y entierran las cruces, más tarde.

Es arriba, en “La Despreciada”,

donde trabajó el maestro Huerta.



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