OSCAR WILDE
El 16 de octubre de 1854, nace el escritor irlandés Oscar Wilde, autor de la famosa novela El retrato de Dorian Gray y de El fantasma de Canterville, ironía notable que contrasta las costumbres inglesas con las norteamericanas.
Fue condenado a dos años de prisión por ultraje a la moral (en otras palabras, por su homosexualidad). Allí escribió La balada de la cárcel de Reading. Murió en París el 30 de noviembre de 1900.
De él recordamos un género que cultivó mucho, el de los aforismos. Aquí van algunas de sus frases, agrupadas según nuestro criterio por su sentido e intención:
Por supuesto, sus ironías, provocaciones y humoradas desde su postura de dandy intelectual:
La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.
Sólo hay una cosa en el mundo peor que estar en boca de los demás, y es no estar en boca de nadie.
Se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es insoportable.
Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida.
Pero también, serias y profundas, reflexiones sobre la vida y sobre cómo vivirla:
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
Estoy convencido de que en un principio Dios hizo un mundo distinto para cada hombre, y que es en ese mundo, que está dentro de nosotros mismos, donde deberíamos intentar vivir.
El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, esa es la pesadilla de la vida.
Sentencias breves (y algo inquietantes):
La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno es joven.
La mejor base para un matrimonio feliz es la mutua incomprensión.
El sufrimiento es el medio por el cual existimos, porque es el único gracias al cual tenemos conciencia de existir.
Cínico: un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada.
Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.
Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres complicados.
Sobre la educación:
La educación es algo admirable; sin embargo, es bueno recordar que nada que valga la pena se puede enseñar.
El medio mejor para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.
Y finalmente, sobre su especialidad, la literatura:
Detesto la vulgaridad del realismo en la literatura. Al que es capaz de llamarle pala a una pala, deberían obligarle a usar una. Es lo único para lo que sirve.
El mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza.
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