viernes, 1 de octubre de 2010

Tragedia en la Ruta 11

Mesa de café




Tragedia en la Ruta 11

DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE http://www.ellitoral.com/


Erdosain

—Fue una tragedia y ante las tragedias lo que corresponde es el silencio -dice Abel, que acaba de mirar las fotos que salieron en diario con motivo del accidente en la Ruta 11.

—Se diga lo que se diga -reflexiona José-, nadie les devolverá la vida a los chicos y a las personas que murieron.

—Catorce digo- y hace cuatro años fueron doce. Todos en la misma ruta.

—Es cierto, los muertos no van a resucitar interviene Marcial-, pero en todo caso lo que hay que preguntarse es qué se debe hacer para que no haya más muertos.

—Ante las leyes del destino no se puede hacer nada acota José, que tiene sus días de misticismo fatalista.

—De las leyes del destino no digo nada porque no sé nada -responde Marcial, que le acaba de hacer señas a Quito para que le sirva el té-, pero sí sé de las leyes de los hombres y lo que me dice mi modesto conocimiento en la materia es que, si se hubieran cumplido las leyes, hoy no estaríamos llorando a catorce muertos.

—No hay ley que pueda contra la mala suerte -se lamenta Abel.

—A la mala suerte se la ayuda o se la atrae -insisto-. No niego la casualidad, pero digo que no podemos quedarnos llorando de impotencia. Los hombres siempre han tenido que luchar contra la mala suerte o lo que sea, y no habría historia humana sin esa lucha.

—Me parece que te estás poniendo complicado -enfatiza Marcial-, la cosa es mucho más sencilla y directa. Si el señor que manejaba el camión hubiera cumplido con todas las exigencias, exigencias que incluían ponerle luz al acoplado, tener el carné de conductor al día y prestar atención al cruzar una ruta nacional, las posibilidades de una tragedia se habrían reducido al mínimo. Si el señor que manejaba la Combi hubiera exigido que no subieran al vehículo más de dieciséis pasajeros y él mismo se hubiera preocupado para tener en orden sus papeles, es probable que el desenlace habría sido diferente. Pero no. En esta Argentina todos estamos orgullos de transitar fuera de la ley. Nos ponemos contentos cuando engañamos a las autoridades, siempre creemos que nunca va a pasar nada. Hasta que pasa, y cuando pasa le echamos la culpa a la mala suerte, nos ponemos a llorar y no se nos ocurre nada mejor que iniciarle un juicio al Estado porque no tomó las precauciones del caso, esas precauciones que nunca hemos tenido en cuenta y de las cuales siempre nos hemos burlado.

—Sos muy duro -reacciona José-, no se puede ser tan racionalista para analizar una tragedia.

—Ojalá que las autoridades sean más duras -replica Marcial-, entonces capaz que no tengamos que llorar a tantos muertos.

—El norte de Santa Fe es muy particular -señala Abel.

—Tan particular es contesto- que en seis años registró los accidentes más dolorosos.

—Seamos claros -dice José-, si el gobierno de Binner hubiera hecho gestiones para que la gendarmería controlara las rutas, otro gallo cantaría.

—Ahora la culpa la tiene Binner -exclama Abel.

—No digo eso -contesta José-, lo que digo es que la Ruta 11 debe estar vigilada y controlada.

—En homenaje a la historia -recuerdo-, ya en épocas de Sylvestre Begnis y Tessio se hablaba de hacer una autovía. Pasó medio siglo y todavía seguimos con el pescado sin vender.

—Hay que entender al norte -insiste Abel-, es fácil decir que en una Combi no pueden ir más de tantos pasajeros. Los que dicen eso no saben que en estos pueblos no hay demasiados vehículos, que se hace lo que se puede y en la mayoría de los casos las condiciones no son las ideales.

—Yo entiendo todo -replica Marcial-, pero hasta que no lleguemos con la ley y el orden a toda la provincia estas tragedias se van a seguir repitiendo. Si el norte es atrasado y si la gente no cumple con la ley, habrá que promover iniciativas para desarrollar conciencia y nuevos hábitos. Y habrá que obligar a los ciudadanos, a todos sin excepción, a que respeten la ley.

—No comparto -dice José.

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