La noche pasada... Ninfa Duarte
Amanecí inquieta, como gacela
herida
enredada en los pliegues
blandos
de la sábana revuelta, y
bañada en rocío salado,
sobresaltada por el sueño
que aún temblaba en mi piel…
Sentí tus suaves alas,
revolotear sobre mis senos
erizados de pasión pudorosa
y tus labios mojados en mis
retoños
eclipsados por la
oscura intimidad de mi lecho,
noche de truenos y relámpagos
noche de pasión…
Cerrando los ojos recorrí
los bellos momentos de la noche
pasada…
Te adentrabas en mi
como el agua en la tierra
sedienta,
como leche en el pan fresco;
con delicados movimientos,
mariposas en arrullo;
vibraba la noche toda
en el entorno callado y
expectante,
ardores, convulsiones
que en mi alcoba se recreaban
iluminados por relámpagos
fugaces…
En aquel juego de quereres
conjugando caricias,
sentías mi entrega absoluta
y tus sentidos devolvían
cada temblor, cada suspiro;
cada aletear del ave nocturna
buscando su nido
tu piel ardiente respondía con
deleite;
ya no quedaban secretos,
nada sin explorar,
ya no había enigmas allí, solo
gemires.
Te di a sorber mis dulces
efluvios,
carnaval ineludible
mientras tus emisiones
bañaban mis muslos anhelantes
que gritaban su contento
enredadas
como áspides hambrientas,
y tu lascivia irreverente
resbalaba sobre mi férvida
desnudez…
Acepté todo lo que me dabas
en medio del huracán
tibieza, ternura, suavidad…
mas también
una agresiva sed de locuras,
la avidez de un ave rapaz,
un fervoroso combate cuerpo a
cuerpo,
un deseo vehemente,
y en medio de las sábanas
Ibas pintando ácidos humores.
Duró la noche entera
hasta que reventó la aurora
en mi piel vacía de apetitos
y húmeda de quereres,
revolcándome entre las sábanas,
vacías… mojadas…
añorándote…
Mi corazón tiene su propio
infierno!
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