martes, 27 de julio de 2010

Clarificar la “Aurora”

Clarificar la “Aurora”


Dr. Horacio Sanguinetti (*)

DIARIO EL LITORAL DE SANTA FE http://www.ellitoral.com/



El tema de los símbolos patrios -emblemas, cánticos y hasta próceres- está hoy en el candelero. Aun el color de la bandera es motivo de debate.

En cuanto a la notoria canción patriótica “Aurora”, también alienta el conflicto, pues su texto es, sin lugar a dudas, confuso y oscuro. Veamos los antecedentes.

En vísperas del Centenario, nuestra sociedad, entonces tan rica y un poco rastacuera, inauguró el nuevo Teatro Colón que, al decir de José Luis Romero, “simbolizó, más aún que la preocupación por el goce estético, el desarrollo de una existencia convencional en los más altos niveles de lujo”. Convengamos: las dos cosas.

Por aquella temporada inaugural (1908), se había encomendado a Héctor Panizza (1875-1967), talentoso compositor y director argentino que venía de algunos triunfos consagratorios en Europa, la preparación de una ópera, que denominó “Aurora”. Musicalmente, montó sobre la onda del verismo, en pleno auge.

No se busquen rasgos nacionales en su música, pero sí de los más exaltados, en un argumento que esboza el conflicto surgido en Córdoba, a raíz de la contrarrevolución de Mayo. Toda la obra respira un entusiasmo patriótico que, a más de un siglo vista, resulta envidiable.

El texto literario fue confiado a Luigi Illica (1857-1919), estroso hombre de teatro y libretista de Puccini, Giordano, Catalani, Mascagni, etcétera.

El nudo temático es muy reiterado en Illica: el tenor -un contestatario cívico- quiere irse con la soprano, pero el barítono ejercita su poder político para oponerse: tal, con variantes, lo que sucede en “Aurora”, “Tosca” y “Chènier”.

El libreto primitivo es italiano, que así se estilaba por esa época. La arquitectura localista y pseudohistórica corrió por cuenta de Héctor Quesada, intelectual argentino que figura como coautor.

Agudos epígrafes conservados en su original castellano ilustran cada acto o capitolo, extraídos de Vicente F. López, Bartolomé Mitre y Rubén Darío.

La cita de López, que corresponde a su “Historia” y es epígrafe del título, expresa: “la Patria común se alzaba en el horizonte como en brazos de una luminosa aurora...”. Por ende, inspira el título y aun el simbolismo de la ópera: Aurora es la protagonista y también una reiterada referencia a los albores de la patria.

Las dos citas de Mitre están recogidas de la “Historia de Belgrano”. La del Capitolo primo, muy extensa, refiere cómo “la meditación, la lectura, la voz de la naturaleza” dispusieron “su ánimo para llevar a cabo la empresa atrevida”. La del Capítolo secondo establece que “era, pues, una verdadera revolución la que se operaba entre el pueblo y el gobierno”.

El Intermezzo épico, que contiene la invocación tonoril “Alta pel cielo”, se encabeza con aquella inmodesta estrofa atribuida a Vicente López y Planes: “Calle Esparta su virtud...”.

Las incongruencias históricas son atroces: en junio de 1810, los jesuitas aún no han sido expulsados, el precoz protagonista ya dispone de la bandera, y Güemes ¡en Córdoba! capitanea sus guerrillas. Pero, en ópera, todo se tolera. Hay referencias a personajes reales, como Liniers y el obispo Orellana -cuya voz truena “giú nella chiesa” de la Compañía de Jesús, siempre en Córdoba-, y el agente Lavin tiene presencia.

Por último, el texto de Darío -que a la fecha del estreno aún vivía- proviene del canto “A Roosevelt”, aunque omite la imprecación contra los “hombres de ojos sajones y alma bárbara”, sustituida con una solícita línea de puntos, para no ofender a nadie.

En la década del ‘40, Panizza decidió hacer traducir al castellano el libreto, tarea ímproba que asumieron Ángel Pettita y Josué Quesada -hijo del coautor-. Lo hicieron con esmero, pero según un estricto pedem literae. Así, no alzaron un vuelo de águila, sino uno rasante, no obstante el esforzado servicio que se les debe.

El “Inno alla bandiera”, cuyos primeros intérpretes tenoriles (1) lo llevaron al disco, fue de lo más perjudicado: un verdadero enigma. Sus deficiencias se agravaron por el hecho -justísimo- de haber sido elevado a la condición de cántico escolar, en 1945. La inspirada música salva todo, porque la letra resulta casi incomprensible para los niños... y para muchos grandes.

Éste es el texto italiano original:

“Alta pel cielo, un’ aquila guerriera

ardita s’erge a volo trionfale,

ha un ‘ala azzurra del color del mare

ha un ‘ala azzurra del color del cielo;

cosi nell’ alta aureola irradiale

il rostro d’or punta di freccia appare,

porpora il teso collo e forma stelo,

l’ali son drappo e l’ aquila è bandiera.

È la bandiera del paese mio

nata nel sole; e ce l’ ha data Iddio!”

La claridad y sencillez requeridas quedaron ausentes en la traducción que todos conocemos: “irradial” no es palabra castellana, “el áureo rostro imita” implica un trabalenguas, “el purpurado cuello” nadie lo concibe. “Azul un ala” alude reiteradamente a una sola (¿y la otra ala?), el color blanco no aparece por parte alguna; y así de seguido.

(1) Eran Amadeo Bassi y Florencio Constantino, que lo grabaron en los años ‘10, en italiano. Con el correr del tiempo, se hicieron en castellano registros comerciales de Rafael Lagares, Darío Volonté, José Cura -éste, en los dos idiomas- y el barítono Renato Césari. Existen varias versiones en vivo, a cargo de Marcos Cubas, Carlos Cossutta, Luis Lima, etcétera, pero, a partir de los ‘50, se dio intervención al coro y se mutiló el bellísimo remate del aria. Hacia 1981, interesamos a Plácido Domingo para grabarla, pero la Guerra de Malvinas abortó el proyecto.

Nos permitimos pues, con bastante audacia, proponer una versión simplificada que podría ser ésta (o parecida):

“Alta en el cielo

un águila guerrera

audaz se eleva

en vuelo celestial:

alas azules, del color del cielo,

azules alas, del color del mar.

Así en la heroica

aurora triunfal

el rostro de oro

como una flecha corre,

y deja un rastro

de su limpio vuelo,

el ala es paño,

el águila es bandera.

¡Es la bandera de la patria mía

celeste y blanca, que me ha dado Dios!”

He aquí un debate que merece abrirse: ¿correspondería retocarla, alumbrando una “Aurora” más clara?

Algunos sugieren inclusive que el águila guerrera se transforme en pacífica paloma. Otros creen que no cuadra enmienda alguna, con argumentos dignos de atención, pues entienden que está ya incorporada y ligada profundamente a la sensibilidad de los argentinos, y no vale la pena desarraigarla.

Personalmente, y en vista de que hasta el “Padrenuestro” ha sido aggiornado, pensamos que “Aurora”, esa aria de tenor que todos cantan, ganaría mucho si su letra se aligerase y transparentase. Por aquello de Cervantes: “Llaneza, muchacho, que toda afectación es mala”...

(*) Miembro de Número de la Academia Nacional de Educación.








¿Corresponde cambiar la letra de nuestra consagrada canción a la bandera, “Aurora”? El autor de esta nota propone algunas modificaciones que clarifican su sentido último. Foto: Archivo El Litoral

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