domingo, 15 de agosto de 2010

GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN

SEPER Noticias


ÁREA DE PROTOCOLO Y CEREMONIAL

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GENERAL JOSÉ DE SAN MARTÍN

Al Gran Libertador de América, ¡Salud!

Por Darío Orlando Sager



El General San Martín fue hombre de ley, de fortaleza, de inmenso espíritu de libertad, que vivió y luchó por sus ideales, por la independencia y por la patria. Demostró su grandeza de espíritu hacia las lejanas tierras que lo vieron nacer, tuvo normas éticas y morales que le permitieron continuar su obra al libertar Chile y Perú. Fue un hombre que rehusó todos los honores en la cúspide de su carrera, y antepuso el bien supremo de la libertad americana a un enfrentamiento entre hermanos. Por ello es imprescindible que mantengamos vivos los ideales del Padre de la Patria, que nos identifican con valores y costumbres propias de ser argentinos.



El próximo martes 17 de agosto no será un día de duelo, porque los argentinos manifestaremos nuestra gratitud a la gloriosa epopeya sanmartiniana, es decir, el reconocimiento a su noble gesta libertadora. Entonces, no sólo que se puede, sino que se debe hacer actos de jerarquía, incluyendo desfiles, números alusivos y actividades que tengan que ver con el acervo de la Patria.



Acontece que se toma el 17 de agosto como una jornada emblemática, porque en esa fecha se produjo el paso a la inmortalidad del insigne prócer. Al fin y al cabo, la muerte física es un hecho natural. Todo hombre nace, crece, se reproduce, envejece y muere. De modo que evocar a San Martín no implica duelo o tristeza, sino que es un momento de júbilo patriótico, de honra y gratitud por su ofrenda a la causa de la Libertad y de la Independencia.



Con el criterio de los que piensan que la muerte de un prócer se llora para siempre, tendríamos que estar de duelo el Día de la Bandera porque es el aniversario de la muerte de Manuel Belgrano. Siguiendo esa misma línea de razonamiento, también sería una jornada aciaga el Día del Maestro, porque en esa fecha falleció Domingo Sarmiento. Sin embargo no es así en ninguno de esos dos casos, y lo mismo es aplicable al Día del Libertador, donde rendimos tributo a la trayectoria de José de San Martín.



El Gobierno Nacional, en el artículo 6º del Decreto Nº 31.026 del 7/11/1933, dice que: La Bandera Nacional sólo se izará a media asta por el fallecimiento de: Presidente o Vicepresidente de la Nación, Ministros del Poder Ejecutivo, Presidente Provisorio del Senado, Presidente de la Cámara de Diputados, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gobernadores y Vicegobernadores de provincia, Presidentes de las Cámaras legislativas y del tribunal superior de ésta y de aquellos ciudadanos que por sus descollantes méritos y calificados servicios se declaran por decreto acreedores a esa honra.



Esta normativa protocolar referida a la bandera a media asta, alude al dolor ocasionado en el momento de la muerte, porque no se sabe de nadie que tenga un duelo tan largo: pensemos que San Martín murió hace 160 años. Además, la Patria no llora eternamente a sus muertos, sino que por el contrario, rescata sus valores, los exalta y les rinde homenaje.



La parte de contrición se da por cumplida con una ofrenda floral al pie del busto sanmartiniano, o con el tradicional minuto de silencio (que nunca debe ir más allá de los 30 segundos, porque se hace un vacío muy largo). Algunos acostumbran a cumplimentar ambas cosas, y está bien.



Además, generalmente en Argentina se hace el acto a las 3 de la tarde, porque se asegura que esa fue la hora en que San Martín murió en Francia. Si es así, entonces aquí eran la 10 de la mañana cuando falleció el prócer, según uno ve los usos horarios.



Terminado cualquier acto, la bandera de ceremonia se despide con aplausos, porque es el homenaje y el respeto que le rendimos a la Enseña Nacional. No corresponde que se vaya en silencio, dado que no lo hace derrotada ni mancillada por nadie. Simplemente, se retira porque finalizó el acto que estuvo presidiendo.

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