martes, 13 de octubre de 2009

Encubrimiento de América





Un 12 de octubre, hace muchos años, un hombre llegó a América. Dicen que fue el primero en ver estas tierras. Tres carabelas y una gran tripulación lo acompañaban. Dicen que fueron los primeros en pisar este paraíso. Pero realmente no fue así; los nativos- verdaderos dueños de estas tierras- ya lo habían visto antes, porque vivían allí hace muchísimos años.Dicen que aquellos hombres aventureros, que hoy son nuestros próceres, descubrieron hermosos paisajes, exóticos animales y vegetación abundante. Pero no fue así; esos hermosos paisajes eran los únicos para los nativos, y ni los animales ni las plantas eran exóticos, porque de ellos se alimentaban.

Dicen que los aventureros encontraron semi-hombres en esas salvajes tierras y que sintieron la obligación divina de trasmitirles su cultura civilizada. Pero no fue así; no eran semi-hombres y ya tenían su propia cultura; tenían Dioses que los salvaban del dolor, tenían costumbres y formas de vida. No necesitaban nada más. Todo estaba allí, en esa inmensidad de selva. No había nada más que pedir.

Un 12 de octubre, hace muchos años, un hombre llegó al lugar, que aún no era América. Y ya nada fue igual para los verdaderos dueños de estas tierras. Pero aquel hombre, junto a su tripulación y sus carabelas, se sintió fuerte, se creyó superior. Entendió que debía enseñarles su idioma y sus costumbres, pero no entendió que los nativos no lo necesitaban: ya tenían idioma y costumbres propios.

Muchos años después, cientos de miles de hombres, como aquel aventurero, ya habitaban esta tierra… y a ninguno de ellos le interesó conocer a los verdaderos dueños del continente. Ninguno se presentó.

Con el pasar de los años, esos “héroes” comenzaron a sentirse en casa. Y fueron cada vez más… y más. Hasta que comenzaron a desplazar a los verdaderos dueños de estas tierras. Así, más adelante, llegaría yo, y vos y aquel, y todos los que hoy nos sentimos en casa. Y tampoco nosotros pensamos en los nativos. Porque ya son minoría, ya no tienen fuerza ni tienen voz. Ellos ya están olvidados.

Un 12 de octubre, de cualquier año, un hombre como aquel aventurero, uno como todos nosotros, decidió que todos debíamos festejar el día en que “descubrimos esta tierra”. Ese día feliz en que se sintieron libres nuestros antepasados. Y no tuvo mejor idea que ponerle el paradójico nombre de “El Día de la Raza”.

El 12 de octubre de todos los años, los niños de nuestras tierras se disfrazan de aquel hombre aventurero, que descubrió su propia América, encubriendo la que ya existía.

El 12 de octubre, nuestros niños se disfrazan y los padres aplauden y las banderas argentinas flamean.

Todos festejamos, por que es 12 de octubre, porque es “El Día de la Raza”.

Todos festejamos… sin pensar, ni siquiera un instante, en los nativos que fueron desplazados. Todos festejamos, mientras ellos, los verdaderos dueños de estas tierras, lloran con nostalgia, exigiendo memoria y la construcción de una justa hermandad.

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